Apenas habían abierto el restaurante, el bullicio de la cocina se tornó en griterío y desazón. Los cocineros y los pinches salieron tapando sus cabezas con las manos, mientras se veían tenedores y cuchillos volar puertas para afuera. Las langostas avanzaron con sus armaduras pertrechadas de sartenes y cacerolas. Las perdices surcaban el aire de la despensa para cargar sus ametralladoras con macarrones y garbanzos. Las gallinas afilaban sus picos detrás de las trincheras de sacos de harina y sal. Los conejos y las lubinas avituallaban el ataque por tierra y agua. Mientras tanto, en el centro de la cocina, llora el gorro del cocinero jefe la muerte de la primera víctima.
:-) Mucho ojo en la cocina; menos mal que no paso mucho tiempo allí.
ResponderEliminarLa venganza de los alimentos sólo faltan los postres.
ResponderEliminarSalut
LA imagen final es muy buena, el ritmo del microrrelato aún más.
ResponderEliminarEstá claro que en el restaurante los alimentos eran frescos... Como sus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gusta esta técnica de los contrarios. Bueno.
ResponderEliminareso es un restaurante con las piezas de comida frescas frescas
ResponderEliminarEs muy bueno. Toma vida todo, hasta el gorro del cocinero muerto.
ResponderEliminarGenial
Pues ... ese plato lo servirán frío en el restaurante...lo digo por lo de la venganza.
ResponderEliminarMuy original, he visto mediante tus palabras a los pollos afilando los picos y a los macarrones hacendo de bala!.
Genial