Apuraron el último cubata, se abrazaron para insuflarse ánimo, y montaron en el coche. Con la música a tope se lanzaron como posesos por las calles ignorando semáforos y demás señales de tráfico. Al llegar al sitio convenido se hizo el silencio. Aminoraron la marcha hasta asegurarse de que nada podía fallar: llegó el momento. Entonces aceleraron, pusieron el todoterreno al máximo de revoluciones y sólo cinco segundos después, tras un brutal impacto lograron su objetivo. A los pocos minutos disfrutaban de su particular paraíso con los bolsillos repletos de joyas y una nueva muesca en sus fichas policiales.
domingo, 20 de junio de 2010
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No creo que tuvieran problemas en la aduana, ¿o sì?
ResponderEliminarTampoc tuvieron que pasarlo. Me da que se quedaron bastante más cerca.
ResponderEliminarSaludos
Vaya, parecía otra cosa, y al final en vez de dos suicidas encontramos dos cacos. Nos has dado la vuelta!
ResponderEliminarMuy bueno
Un saludo