domingo, 20 de junio de 2010

NAGASAKI

Nozoni paseaba como todos los días por el jardín. Eran las once de una mañana triste. Con sus manos unidas tras la espalda y la cara levantada al cielo, aspiró el aroma de los crisantemos y de la tierra mojada.

Caminó hasta el estanque y se sentó en un banco cerca del agua. En sus labios germinó una sonrisa.

En aquel mismo momento, se abrió un claro entre las nubes. El B-29 abrió sus tripas y liberó al Hombre Gordo.

Nozoni la vio caer y sus ojos negros se fundieron con el sol naciente.


©Federico Fayerman

7 comentarios:

  1. Enigmático el gordo y el crepusculo. Esta ole.

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  2. Triste recordatorio de lo que fue con Iroshima la mayor masacre de vidas civiles de la historia. Y a manos de los defensores de la libertad.

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  3. Triste muy triste, pero bellamente escrito.
    Un saludo

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  4. Sí, vivía en un haiku ¡Tremendo haiku! Muy buen microrrelato, Federico, me gustó mucho. Mariángeles

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  5. Este micro ya te lo comenté en tu blog. Me parece excelente. Prosa muy cuidada. Contenido de gran interés.
    Un abrazo,
    PABLO GONZ

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