Nosotros, buscábamos entre los escombros de la vigilia, restos olvidados que reflejasen nuestros sueños. Cuando teníamos unos pocos, traficábamos con ellos en el mercado de una noche sin su día. En poco tiempo, comenzaron a suceder sucesos extraños, encuentros imposibles, y, ante estas insólitas criaturas, se nos sugirió que cambiásemos nuestros hábitos de descanso. Y así, los hábitos fueron trasformándonos a nosotros.
Ya nadie nos reconocía por nuestros nombres, pasaron a llamarnos idealistas, por buscar sueños en horas de vigilia, y aunque rotos, intentar salvarlos de la destrucción a la que estaban predestinados.
Me gusta la metáfora, y la narración bien llevada.
ResponderEliminarMuy interesante.
ResponderEliminarPrecioso texto, Anónima, se va usted superando. Otros los llaman Locos... Y no importa el nombre seguirán siendo Soñadores!!
ResponderEliminarUn abrazo despierto
Que triste un mundo sin sueños... me apunto a la lucha de los idealistas.
ResponderEliminarIdealistas, esa es nuestra esperanza.
ResponderEliminarAunque se acaben los sueños... ¡Seguiremos soñando! :]
ResponderEliminarMe encantó! y ojalá su destrucción sea para renacer desde la práctica ideal.
ResponderEliminar