domingo, 20 de junio de 2010

SUEÑOS

Noté sus manos enguantadas apretándome la garganta. Intenté soltarlas, pero no pude. Estaba soñando.

La noche del día siguiente soñé que estaba muerto y la otra, que me enterraban.

Las noches siguientes no soñé; intenté despertarme, pero no pude.

¿Estaba soñando?


©Federico Fayerman

9 comentarios:

  1. LO preferiría sin la pregunta final. Bien.

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  2. coincido totalmente, pensaba comentar lo mismo, quitar la pregunta.

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  3. Me gusta, pero me uno a los comentarios anteriores, sobra la pregunta

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  4. Dominas muy bien el tránsito entre dimensiones.

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  5. Me gusta esa incredulidad que muestra el muerto, o el vivo, soñando o sin soñar, que nunca se sabe si la vida es un sueño o qué.
    Un saludo

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  6. Suscribo la opinión de Baizabal, reflejada por otros comentaristas pero voy a tratar de explicar por qué, a mi juicio, sobra esa pregunta. Con cualquier texto que leemos entramos en una especie de diálogo. Si él nos ofrece preguntas (como suele hacer la filosofía), nosotros solemos elaborar respuestas. Y si nos ofrece respuestas (como suele hacer la literatura), elaboramos preguntas. La pregunta final de este cuento suplanta la función inquisitiva del lector; o sea, anula la función comunicativa de la literatura. Por eso, el micro vibra de nuevo (readquiere su función de transmisión) cuando se suprime la pregunta final.
    PABLO GONZ

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