La hache es la letra más traviesa del alfabeto. Aprovechando su calidad de muda, cree que puede pasar desapercibida escondiéndose. Ignora que muchos nos damos cuenta de su ausencia y exigimos que, aunque en silencio, permanezca donde debe estar. Otras veces, también porque sabe que no hace ruido, se ubica donde no debe, esa travesura se la hacía a mi madre. Ella sabía que adolecía de ignorarla y por eso la convocaba para que se ubicara siempre, aún en lugares inadecuados, y la hache, que, como digo, es tan traviesa, se burlaba de mi madre llenando sus escritos con descaro.
© Edith Vulijscher
A todos nos ha hecho alguna mala pasada... Sí que es traviesa, jeje
ResponderEliminarGenial manejo del lenguaje, ritmo, palabras... De algo tan sencillo ha salido algo precioso.
ResponderEliminarEs muy tierno y me encanta el ritmo y el peso ligero de tu microrelato.
ResponderEliminarLa letras mudas siempre me parecieron un contrasentido.
ResponderEliminarMe encanta, es gracioso, entrañable y muy muy cierto
ResponderEliminarBuen microensayo sobre las madres y las haches.
ResponderEliminarBueno :). Bien lo sé, que de haches si yo sé...
ResponderEliminarCoincido plenamente con Alberto Flecha.
ResponderEliminarUn admirado abrazo,
PABLO GONZ