Se acerca temerosa y estira su mano, está a punto de abrir la puerta prohibida.
Sabe qué encontrará al hacerlo, conoce lo que la espera adentro. Alguien le dijo:
–Te la dejo ahí –señalando ese lugar.
No le importa, sigue estirando su mano, ya no le tiembla, ha tomado la decisión.
Al carajo la dieta, comerá la torta.
©Edith Vulijscher
Me gusta mucho Edith...
ResponderEliminar¿Usted no tiene Blog? Porque sería estupendo seguir leyendo cosas suyas.
Un abrazo de viento
Uy, falta una coma detrás de mucho... No es que usted no me guste, pero me refería al relato, jeje
ResponderEliminarEdith
ResponderEliminarBuenísimo
Me encantó
noemÍ
Come, come
ResponderEliminarMuy bien hecho!:)
ResponderEliminarAins, la dieta... ¡qué de suspense!
ResponderEliminarDe todas las puertas prohibidas, ésta es la más peligrosa (al menos, para las mujeres, jaja). Muy bueno, Edith, no vi venir el final. Me ha gustado mucho. Un beso.
ResponderEliminarSí, sí... yo también me la comí :)
ResponderEliminarMe encantó (la torta, y el micro)
Julia.
Así se hace! las cosas claras hay que tener determinación para empezar con las dietas pero tambien para acabarlas!
ResponderEliminarExcelente!
Muy bueno, Edith. El final es muy importante en el microrrelato. La última oración ilumina el principio. Junta géneros con humor. Y en los dos géneros hay suspenso.
ResponderEliminarIsabel