Arrastraba su melancolía como quien transporta a la fuerza un par de maletas viejas. Con la desgana del desnutrido, con la monotonía del aburrido. Sin embargo, sus ojos hablaban una lengua de gestos inconclusos, mientras los clavaba en tus interrogantes más profundos y hacía que tu universo se tambalease exiguo ante su grandiosa fijeza.
Eran bellos los ojos capaces de hacerte sentir bailando absurdamente en la punta de un alfiler. Eran azules las caricias de su pestañeo, cuando contenía las lágrimas de su inconformismo disfrazado de silencio. Eran grandes los misterios que guardaban.
Y eran nostálgicos.
© ANÓNIMA MENTE
Muy buen ritmo, igual que la imagen.
ResponderEliminarComo siempre Anónima, prosa poética.
ResponderEliminarDejó usted un reguero de sensaciones para seguirla...
ResponderEliminarMe encanto, Anonima
ResponderEliminarQue bonito.
ResponderEliminarMuy poético,
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